DDoS (Ataque de Denegación de Servicio Distribuido)
Un ataque de Denegación de Servicio Distribuido, comúnmente abreviado como DDoS, es un intento malintencionado de interrumpir el funcionamiento normal de un servidor, servicio o red. Esto se logra inundando el objetivo con una gran cantidad de tráfico de datos, provenientes de múltiples fuentes, que intentan acceder al mismo tiempo. En términos más simples, es como si un grupo enorme de personas intentara entrar a una tienda pequeña todas a la vez, lo que resultaría en que nadie pudiera entrar realmente ni hacer uso de los servicios de la tienda.
¿Cómo funciona?
Variedad de fuentes: A diferencia de un ataque de Denegación de Servicio (DoS) tradicional que proviene de una única fuente, un ataque DDoS incluye múltiples dispositivos que, generalmente, han sido comprometidos por un atacante y transformados en una "red zombi" o botnet. Estos dispositivos pueden ser computadoras, servidores, dispositivos móviles y hasta electrodomésticos inteligentes.
Generación de tráfico: Una vez que la botnet está lista, el atacante la utiliza para enviar una cantidad masiva de solicitudes al objetivo. Estas solicitudes sobrecargan la capacidad del servidor o red víctima, lo que hace que los servicios legítimos se vuelvan extremadamente lentos o completamente inaccesibles.
Objetivo de saturación: Los atacantes suelen tener como objetivo saturar los recursos de la víctima, como la memoria, el ancho de banda o la capacidad de procesamiento, con el fin de incapacitar su funcionamiento normal.
Consecuencias de un DDoS:
Medidas de protección:
En resumen, un DDoS es un ataque donde múltiples dispositivos emiten un volumen enorme de tráfico para incapacitar un servicio, red o servidor, causando múltiples impactos negativos. Es crucial que las organizaciones implementen medidas preventivas y de respuesta para protegerse contra estos ataques.