Ciberresiliencia (Cyber resilience)
Definición: La ciberresiliencia es la capacidad de un sistema, organización o individuo para prepararse, resistir, y recuperarse rápidamente de cualquier evento cibernético adverso, como un ciberataque, una falla del sistema, o una brecha de seguridad. Esto implica no solo la defensa contra estos eventos, sino también la capacidad de adaptarse y continuar operando de manera efectiva pese a ellos.
Detalles y componentes clave:
Prevención: Implementar medidas y políticas de seguridad para minimizar el riesgo de que ocurra un incidente cibernético. Esto puede incluir la instalación de firewalls, el uso de software antivirus, y la capacitación regular del personal en prácticas de seguridad.
Detección: Contar con sistemas y procedimientos que permitan identificar rápidamente un evento adverso cuando este ocurra. Tecnologías como sistemas de detección de intrusos (IDS) y la supervisión continua de redes son ejemplos de soluciones de detección.
Respuesta: Estar preparado para responder de manera efectiva ante un incidente cibernético. Esto incluye tener un plan de respuesta a incidentes que detalle los pasos a seguir, tales como contener el incidente, erradicar la amenaza, y comunicar a las partes interesadas.
Recuperación: Poder restaurar y recuperar rápidamente las funciones y operaciones normales después de un evento cibernético. Esto puede implicar la restauración de datos desde copias de seguridad, la reparación de sistemas dañados, y asegurar que el negocio vuelva a operar sin interrupciones adicionales.
Adaptación y aprendizaje: Evaluar el incidente para entender qué fue lo que falló y hacer ajustes para que no vuelva a ocurrir. Esto incluye realizar análisis post-incidente, actualizar políticas de seguridad, y mejorar los procesos de prevención y respuesta.
Importancia: En un mundo cada vez más digitalizado, los ciberataques se vuelven más frecuentes y sofisticados. La ciberresiliencia es crucial porque no solo se enfoca en defenderse contra las amenazas, sino en asegurar que la organización o el sistema pueda seguir funcionando y recuperarse rápidamente, reduciendo al mínimo el impacto negativo de los incidentes cibernéticos.